Intimidad Romero: abstracciones sociales

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Intimidad Romero: abstracciones sociales | ABSOLUT Network

Rostros pixelados, ciudades difuminadas,  carteles, monumentos públicos, coches, zapatillas, portadas de revistas y objetos diversos, todos inmortalizados y convertidos en obras fotográficas, intervenidas digitalmente para desdibujar sus elementos fundamentales. Estamos hablando de las intervenciones plásticas de Intimidad Romero, una artista de origen colombiano, actualmente afincada en Valencia, que ha dado un vuelco a su pasión por la fotografía confiriendo a sus creaciones un estilo único, marcado por su inconfundible efecto pixelado. Facebook es su representante oficial: Intimidad Romero no se promociona de forma tradicional a través de una galería de arte, sino que aprovecha su perfil en la red social para dar forma a una intervención en tiempo real sobre el derecho al anonimato y el concepto de autoría.

Fiel al lema “el píxel me sienta bien”, también en su perfil de Facebook, Intimidad Romero no revela nunca su verdadero rostro, siempre oculto tras una serie de gigantescos píxeles. Este proceso no se limita a distorsionar su rostro, sino que se extiende a todas las fotos de sus amigos y conocidos, dando vida así a un mundo de personajes y eventos de lo más normal, customizados mediante este perpetuo e irónico efecto gráfico. “Creo que la acción comunicativa debe adaptarse a los medios de comunicación disponibles en cada momento histórico. Prefiero considerar mis intervenciones como una acción comunicativa de un proceso 2.0, una acción pública en una red informática ‘abierta’, sin más etiquetas”, explica la artista.

El retrato, género artístico por antonomasia, ha caracterizado todas las épocas de nuestra historia. Desde los albores de la humanidad, la representación gráfica del rostro es una práctica ineludible, cuya interpretación ha ido cambiando con las tendencias socio-culturales. Como historiadores del arte, podríamos irónicamente hablar de Intimismo, al considerar los trabajos de Intimidad Romero, lo más parecido a un redescubrimiento del arte abstracto cien años después de su aparición. Para continuar con la analogía, si al comienzo del siglo pasado se rompieron los lazos con el arte figurativo y el realismo, para adentrarse en un nuevo campo de hallazgos, que abrió las puertas a corrientes como el Fauvismo o el Cubismo, en el siglo XXI el Intimismo se podría proponer como una reacción a la estética uniforme y convencional, que homogeneiza todos los perfiles de las redes sociales. Finalmente como dijo Evan Roth en relación al arte en Internet, “la red es arte por ser parte de la vida”. Así que la acción de Romero representa a todas luces una oposición estética a la monotonía de los perfiles de Facebook, que los usuarios van llenando de fotos cotidianas y retazos de vida, sin tener ningún tipo de control sobre la plataforma que los acoge, con el resultado que finalmente todos los perfiles parecen iguales, a pesar de cambiar el sujeto retratado. Un conjunto de identidades, cuyos valores numéricos marcan pautas de éxito social y cuyas imágenes moldean los rasgos de personajes populares, muy activos también fuera del marco digital, como demuestran sus galerías fotográficas de vacaciones y eventos varios. Básicamente un mundo donde la identidad pública de los usuarios se basa en una eficaz, lograda y… muy estudiada “foto del perfil”, una postal sonriente hacia los demás donde nunca se sale mal.

Evidentemente hablando de un espacio como Facebook no podía faltar la polémica, ya que las estrictas y paradójicas reglas sobre el anonimato de la compañía de Mark Zuckerberg, han generado varios malentendidos e inconvenientes a la actividad de Intimidad Romero. “De repente Facebook canceló mi cuenta argumentando que mi perfil no correspondía a una persona. Para que pudiera recuperar mi identidad virtual me obligaron a enviarles como prueba un documento oficial. Envié copia del pasaporte. Sin embargo, al final tuve que cambiar de nombre, pues en palabras de Facebook: No podemos aceptar Intimidad como nombre”, lamenta la artista. A pesar de haber enviado prueba de su identidad, su viaje por el lado más absurdo de la vida no había acabado y para salir del embrollo tuvo que crear un nuevo perfil con el nombre de Inti Romero, que finalmente no es su verdadero nombre.

“Facebook es algo esquizoide como la realidad social del momento. Creo, que por un lado intenta mantener y proyectar una imagen de alto nivel de privacidad, pero por el otro pretende que les ofrezcas todo lo tuyo sin condiciones”, afirma Intimidad.

Curiosamente las polémicas no se han limitado sólo a las relaciones entre la artista y la red social. A medida que la popularidad de Intimidad Romero iba aumentando, empezaron a oírse voces que le acusaban de ser un personaje ficticio, un producto estudiado al detalle y creado por un hipotético hombre, que se ocultaba tras el seudónimo femenino. ¿Y si así fuera? No dejan de sorprendernos estas actitudes, bastante ridículas en un medio que ha hecho del debate sobre identidad y género su caballo de batalla, pero lo que más decepciona es el tono de envidia que alimenta estas acusaciones. En ámbito artístico internacional hay una larga tradición de intervenciones y obras en proceso alrededor del tema del anonimato. Tan sólo en tiempos recientes y limitándonos al panorama más cercano a las nuevas tecnologías, hay numerosos ejemplos, empezando por el fenómeno del nombre colectivo Luther Blissett y Eva y Franco Mattes, fundadores del colectivo 0100101110101101.org, y nunca, en ningún caso, la polémica se ha interesado por el nombre anagráfico de quién se ocultaba detrás estas identidades. Tendría sentido una crítica formal sobre un proceso artístico, pero un debate alrededor de la verdadera identidad de un artista carece de cualquier fundamento e interés. Hay creadores muy reconocidos internacionalmente, que trabajan con importantes instituciones, cuya verdadera identidad nunca ha sido revelada (lo cual tampoco ha molestado a nadie). Resulta paradigmático el caso de Mouchette, una artista francesa afincada en Holanda, que desde 1996 pretende tener 13 años.

¿A quién le importa quién es Intimidad Romero? Además de plasmar una aproximación crítica al fenómeno de las redes sociales, su original trabajo abarca una amplia serie de reflexiones sobre importantes problemáticas relativas a los planteamientos estéticos y sociológicos de la contemporaneidad. “En este marco el anonimato se convierte casi en un instrumento generador de contenidos, en una nueva herramienta estética y narrativa”, asegura Romero.

+ info: Intimidad Romero
—por Roberta Bosco y Stefano Caldana de El arte en la edad del silicio.


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